En el extremo occidental de Egipto, a tan solo unos kilómetros de la frontera con Libia, se esconde uno de los secretos mejor guardados del norte de África: el oasis de Siwa. Lejos del bullicio de El Cairo y de las rutas turísticas más transitadas, Siwa ofrece una experiencia auténtica donde el tiempo parece haberse detenido. Pasar una semana en el oasis de Siwa no es simplemente viajar, sino sumergirse en un universo paralelo donde la naturaleza, la historia y la cultura se entrelazan en una danza hipnótica de sensaciones.
Durante siete días, el visitante puede explorar ruinas ancestrales, bañarse en aguas termales milenarias, recorrer dunas en 4x4, saborear delicias locales y convivir con una de las comunidades más singulares de Egipto. La aventura y la tranquilidad coexisten en armonía en este oasis legendario, hogar del famoso Oráculo de Amón, consultado incluso por Alejandro Magno. Desde el amanecer sobre las salinas hasta las noches estrelladas en el desierto, cada instante en Siwa es una postal viva.
Viajar al oasis de Siwa en una escapada de una semana representa una combinación inigualable de exploración, descanso y descubrimiento cultural. Este destino es ideal para quienes buscan desconectarse del mundo moderno y reconectar con la esencia del ser, rodeados de paisajes sobrecogedores y una hospitalidad inolvidable.
Llegar a Siwa no es inmediato, pero la travesía es parte de la experiencia. La opción más común es viajar por carretera desde El Cairo a Marsa Matruh (alrededor de 6 horas) y luego tomar otra ruta directa hacia Siwa (otras 4 a 5 horas). Aunque larga, esta ruta permite apreciar la transformación gradual del paisaje desde la costa mediterránea hasta la inmensidad del desierto occidental.
También se pueden contratar traslados privados o excursiones organizadas desde El Cairo o Alejandría. Estas incluyen guías, paradas turísticas y descanso programado. La mejor época para realizar este viaje es entre octubre y abril, cuando el clima es templado y agradable.
Al llegar al oasis de Siwa, la primera impresión suele ser de asombro. La arquitectura local, construida con "karshif" (una mezcla de sal, barro y piedra), se integra perfectamente con el entorno natural. Pequeñas casas terrosas, calles de arena y un aroma a aceitunas y dátiles dan la bienvenida a los viajeros.
El primer día está reservado para la aclimatación y un paseo relajado por el centro del oasis. Visitar la plaza principal, explorar los mercados de artesanía local y degustar el té con menta en una terraza con vistas al atardecer son planes ideales para comenzar la semana con tranquilidad.
El segundo día está dedicado a los vestigios históricos del oasis. El Templo del Oráculo de Amón, en el monte Aghurmi, fue uno de los centros espirituales más importantes del mundo antiguo. Alejandro Magno lo visitó en el año 331 a.C. para confirmar su linaje divino.
Desde allí, se puede visitar la antigua ciudadela de Shali, un complejo de casas y torres abandonadas que ofrecen una panorámica impresionante del oasis. Caminar entre sus ruinas al atardecer es una experiencia que evoca siglos de historia siwaní.
Siwa cuenta con más de 200 manantiales naturales, muchos de ellos termales. Uno de los más famosos es el Baño de Cleopatra, una piscina natural donde, según la leyenda, la reina egipcia se bañó durante su paso por el oasis. Las aguas ricas en minerales ofrecen un efecto revitalizante.
Otros puntos recomendados para relajarse son los manantiales de Fatnas Island, ideales para nadar y contemplar la puesta de sol sobre la salina. Este día está pensado para desacelerar y disfrutar de los beneficios terapéuticos del entorno.
El desierto que rodea Siwa es parte del Gran Mar de Arena, una región hipnótica donde las dunas alcanzan tamaños colosales. En este cuarto día se recomienda realizar un safari en 4x4 con guías locales experimentados. La travesía incluye:
Al caer la noche, se puede acampar en el desierto y disfrutar de una cena tradicional alrededor del fuego, bajo un cielo repleto de estrellas.
La cultura siwaní es distinta al resto de Egipto. Los habitantes hablan su propio idioma bereber y mantienen tradiciones ancestrales. Este día está dedicado a conocer su modo de vida. Se pueden realizar actividades como:
La hospitalidad local es genuina, y compartir una comida casera en una vivienda tradicional es una experiencia memorable.
Las salinas de Siwa son una maravilla natural poco conocida. La alta concentración de sal en sus aguas genera colores turquesa y rosados, y permiten flotar con total facilidad. El reflejo del cielo en sus superficies convierte cada foto en una obra de arte.
Luego de explorar las salinas, un paseo a la Isla de Taghaghien es ideal para descansar y nadar en aguas cristalinas. Es el rincón perfecto para una sesión de meditación o yoga al amanecer.
El último día puede aprovecharse con un tranquilo paseo en bicicleta entre los olivares y palmerales. También es el momento ideal para adquirir recuerdos: jabones naturales, aceites esenciales, dátiles, tejidos hechos a mano y cerámicas siwanís.
Antes de partir, un último té con menta mirando el horizonte cierra con broche de oro una semana de desconexión total, aventura auténtica y una inmersión profunda en el alma del desierto egipcio.
Si te atraen los paisajes desérticos tan únicos como los de Siwa, no dejes de descubrir el Desierto Blanco de Egipto, una maravilla geológica con formaciones de piedra caliza que parecen sacadas de otro planeta. Ideal para los amantes del silencio, la fotografía y el cielo estrellado.
Sí, es una de las zonas más tranquilas de Egipto. El turismo es bien recibido y los habitantes son hospitalarios.
Depende del estilo de viaje, pero con alojamiento, comida y excursiones, el presupuesto medio ronda los 300-600 euros.
Limitado. Algunos hoteles ofrecen wifi, pero se recomienda desconectar.
Absolutamente. Siwa es ideal para niños por su tranquilidad y naturaleza.
Pan de arena, aceitunas curadas, té de salvia, dátiles frescos, couscous de verduras y dulces con miel local.
Pasar una semana en el oasis de Siwa es mucho más que un viaje; es una transformación interior. Este rincón del desierto egipcio permite reconectar con la naturaleza, con la historia profunda de Egipto y con uno mismo. Si buscas una aventura inolvidable, un retiro espiritual o simplemente perderte en un paisaje onírico, Siwa te espera con los brazos abiertos y el corazón de arena y sal.
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